(1) Dos jóvenes caballeros en uniformes de soldados ingleses caminaban con unas lustrosas escopetas con dos perros como osos polares en las profundidades de las montañas. Al caminar, sonaban las hojas secas como crujidos y conversaban lo siguiente:
«Las montañas aquí no me gustan. Tienen ningún animal salvaje ni siquiera pájaros. Sea lo que sea, me gustaría cazarlo pronto. Me gustaría hacer un buen tiro».
«Sería maravilloso darle al flanco amarillo de un venado dos o tres tiros. Seguro que se retorcerá mucho antes de caer».
Las montañas ahí eran tan profundas como el tirador profesional que los guió se perdió en el camino y salió a algún lugar desconocido.
(2) Además, las montañas ahí eran tan aterradoras que los dos perros como osos polares, después de sentir vértigos, gruñeron por un tiempo y enseguida murieron soltando una espuma blanca por la boca al mismo tiempo.
Mirándole el párpado al perro, uno de los caballeros dijo: «Esto es una pérdida de 2,400 yenes para mí».
Con decepción e inclinando la cabeza hacia abajo, el otro dijo: «Yo tengo una pérdida de 2,800 yenes».
Con su rostro un poco pálido el primero de los caballeros le dijo al otro, observándole:
«Estoy pensando en regresar».
«Como tengo hambre y frío, yo también pienso que debemos regresar». «Entonces, terminemos aquí. No se preocupe. En la posada donde nos hospedamos ayer, podemos comprar faisanes a 10 yenes y los llevar a casa». «También tenían conejos, ¿no es lo mismo? Siendo así da lo mismo. Entonces regresemos».
(3) Sin embargo, el problema era que los dos no tenían idea de cómo regresar a casa.
El viento empezó a soplar con mucha fuerza, haciendo rugir a los árboles. La hierba y las hojas de los árboles empezaron a silbar.
«Estoy hambriento, tengo tanta hambre que siento dolor en el estómago».
«Yo también. Ya no deseo caminar más».
«Yo tampoco».
«Y ahora, ¿qué hacemos? Deseo comer algo».
«Yo también».
En la hierba SUSUKI silbante, fue como dijeron los dos caballeros.
(4) En ese preciso momento, los dos miraron hacia atrás y encontraron una magnífica casa construida al estilo occidental. En la entrada había un letrero que decía:
RESTAURANT
Comida Occidental
WILDCAT
Restaurante el Gato Montés
«¡Mira eso! Este lugar está inesperadamente urbanizado. Vamos entrando». «¿Oh, un restaurante aquí en las montañas? ¡Qué extraño! Bueno, sea como sea, creo que podremos comer algo».
«Claro que sí. Así dice el letrero».
«Entremos. Estoy con tanta hambre que pienso que me voy a desmayar».
Los dos se pararon en la entrada. Era una entrada magnífica construida con ladrillos blancos de Seto.
Había una puerta de vidrio, que tenía escrito con letras doradas lo siguiente:
«Todos son bienvenidos. Estamos contentos de poderles servir».
Los dos estaban súper felices y decían:
«Esto es un mundo maravilloso en el que vivimos a pesar de haber tenido problemas en el día, pero mira que afortunados somos. Parece que tendremos un servicio gratuito».
«Parece que sí. Eso de que: "Estamos contentos de poderles servir" debe de significar eso».
Los dos empujaron a la puerta y entraron en el restaurante. Luego en la entrada había un pasillo. En la parte posterior de la puerta de vidrio había otro mensaje en letras doradas que decía:
«Acogemos con satisfacción en especial a los jóvenes y gordos».
(5) Los dos saltaron de felicidad al saber que eran bien recibidos.
«Es una gran bienvenida para nosotros».
«Nos ajustamos a ambas condiciones».
Ellos avanzaron por el pasillo y seguidamente encontraron una puerta pintada de azul.
«¡Qué casa más extraña! ¿Por qué será que tiene tantas puertas?»
«Fue construida al estilo ruso. En todos los lugares fríos o en las montañas los tienen».
Cuando iban a abrir la puerta, había otro mensaje dorado en la parte superior:
«Este es un restaurante con muchos pedidos. Gracias por su comprensión».
«¡Mira! A pesar de estar en medio de las montañas, debe de ser un restaurante muy popular».
«Claro que sí. Incluso en Tokio usted no puede encontrar muchos restaurantes grandes en las calles principales».
Al comentar sobre esto, los dos abrieron la puerta. Detrás de la puerta, también había un mensaje:
«Los pedidos son muchos. Así que les pedimos que tengan paciencia».
Uno de los caballeros frunció la frente, preguntándose: «¿Qué significa esto?»
«Bueno, eso mismo, es lo que debe de significar que están sobrecargados de pedidos y que van a demorar un poco más de lo esperado. Seguramente están pidiendo disculpas por eso».
«Ah, debe de ser eso mismo. Quiero ingresar en alguna sala».
«Yo quiero sentarme junto a una mesa».
(6) Pero desgraciadamente había otra puerta de nuevo. Junto a esta había un espejo colgado y debajo de este, un cepillo con mango muy largo.
En aquella puerta estaba escrito en letras rojas lo siguiente:
«Estimados clientes, en este lugar arregle bien su cabello.
Por favor retire el barro de sus zapatos».
«Tienen razón. No podemos menospreciar el lugar, solo por estar en medio de las montañas».
«Son muy exigentes con gran etiqueta. De seguro que mucha gente importante viene con frecuencia a este lugar».
De esta manera los dos caballeros tenían el pelo bien peinado y los zapatos libres de barro.
¡Y qué debería pasar después! Tan pronto como devolvió el cepillo a la mesa, se desvaneció en la nada y una ráfaga de viento entró en la sala.
Los dos se asustaron y se agarraron el uno al otro. Abrieron otra puerta e ingresaron en otra sala. Los dos temían que algo raro pudiera pasar, así que necesitaban comer algo caliente inmediatamente para sentirse fuertes.
(7) En la parte interna de la puerta, había nuevamente otro mensaje:
«Coloquen aquí sus escopetas y balas».
Encontraron una mesa negra cerca.
«Entiendo. No son buenas maneras que comáis con la escopeta al hombro».
«Tal vez personas muy importantes frecuentan este lugar».
Dejaron sus armas y cinturones en la mesa.
(8) En esta oportunidad una puerta negra se abrió.
«Por favor quítese los sombreros, los abrigos y los zapatos».
«¿Nos vamos a quitar?»
«No hay otra, nos vamos a quitar. Debe haber clientes muy importantes adentro».
Los dos colgaron sus sombreros y abrigos en los ganchos. Se sacaron los zapatos y entraron descalzos por la puerta.
(9) Detrás de la puerta estaba escrito:
«Coloquen aquí los objetos tales como alfileres de corbata, los gemelos, las gafas, las billeteras y todo lo metálico, en especial cosas puntiagudas».
Luego junto a la puerta había una caja fuerte negra preciosa, que estaba abierto. También había la llave por la caja fuerte.
«Ajá, ellos de seguro usaran la electricidad para cocinar, por eso los objetos metálicos son peligrosos, sobre todo los puntiagudos».
«Eso mismo. ¿Será que aquí pagaremos la cuenta antes de retirarnos?»
«Por supuesto que así será».
«Debe de ser así».
Los dos colocaron los objetos dentro de la caja fuerte, tales como gafas, los botones de puño y luego echaron llave.
(10) Un poco más adelante encontraron otra puerta y delante había un frasco de vidrio. En la puerta se podía leer lo siguiente:
«Úntese su rostro, sus manos y sus pies con la crema del frasco completamente».
Ellos miraron dentro del frasco, el cual contenía crema de leche.
«¿Untarse la crema? ¿Qué querrá decir eso?»
«Afuera hace mucho frío, ¿cierto? Si dentro de la sala estuviera muy caliente, las grietas se abren. La crema es para evitar eso. Muchas personas importantes deben estar en lo profundo de la casa. Quién sabe, después de todo esto que estamos pasando, logremos conocer y hacernos amigo de algún aristócrata».
Los dos se untaron la crema en su rostro, sus manos y se quitaron sus medias para poner en sus pies. Aun así, sobró un poquito y cada uno de los dos fingió ponérselo en su rostro mientras se lo comía furtivamente.
(11) Después abrieron otra puerta y en la parte posterior estaba escrito:
«¿Se untaron la crema mucho? ¿Se untaron también por las orejas?»
Había un frasco pequeño con crema.
«Ah, no me unté en las orejas. Me había olvidado. El dueño aquí es muy precavido y pensó que las orejas se agrietan».
«Sin duda él cuida muy bien de los detalles. Ciertamente estoy muriéndome de hambre.Pero debemos seguir por este pasillo que parece no tener fin, ¿no es cierto?»
Luego seguidamente en el frente encontraron otra puerta.
«La comida está casi lista.
Será servida en unos 15 minutos.
Luego podrán comer.
Aplíquese mucho perfume del frasco a su cabeza».
En frente de la puerta había un brillante frasco dorado de perfume .
Los dos se aplicaban el perfume a sus cabezas. Pero el perfume olía a vinagre.
«Yo no sé, pero este perfume huele a vinagre. ¿No es extraño?»
«Pienso que se equivocaron. De seguro que la criada cogió la gripe y colocó vinagre en vez de perfume».
Los dos abrieron la puerta y entraron.
(12) Con unas enormes letras detrás de la puerta estaba escrito lo siguiente:
«Deben estar muy cansados con tantas exigencias. Lo lamentamos mucho por eso. Ya no le solicitaremos ningún pedido más.
Por favor frótense bien todo el cuerpo con la sal del frasco».
Había un hermoso frasco azul de sal de Seto. En esta oportunidad los dos sintieron pánico y volvieron sus caras llenas de crema para mirarse el uno al otro.
«Hay algo errado».
«Yo también pienso que hay algo errado».
«“Muchos pedidos” significa que son ellos los que nos hacen el pedido a nosotros».
«Bueno yo pienso así. La comida al estilo occidental no es servir a las personas que vienen a comer, pero si cocinarlas al estilo occidental y comérselas. Eso significa que nos van a...»
Comenzó a temblar y no podía hablar nada más.
«Bueno, bueno, ¡no, no, no por Dios!» Temblaba tanto que apenas podía hablar.
«Hu-hu-huir...huyamos». Temblando, uno de los caballeros intentó empujar la puerta de atrás, pero esta no se movía ni un poquito.
(13) Al fondo del pasillo había otra puerta con dos grandes ojos de la cerradura recortado en forma de tenedor y cuchillo plateados. Y estaba escrito:
«Gracias por el esfuerzo.
La comida está en su punto.
Vamos, entre».
En eso, dos globos oculares azules les observaban a través de los ojos de la cerradura.
«¡Oh, Dios mío!» Uno de los dos temblaba de miedo.
«¡Oh, no!» El otro también temblaba igual de duro.
Los dos se echaron a llorar.
(14) Fue en eso que escucharon los susurros al otro lado de la puerta.
«Esto no está bien. Lo han descubierto. Ellos no se han frotado bien la sal en sus cuerpos».
«Es lógico. El mensaje del gran maestro era malo. Escribió una frase muy tonta: “Deben estar muy cansados con tantos pedidos. Lo lamentamos mucho por eso”».
«Ahora eso no tiene importancia. Igual el gran maestro no nos dará ni un pedacito de hueso».
«Sin duda, pero si ellos no entran acá, será nuestra responsabilidad».
«Entonces vamos a llamarlos. ¡Señores clientes, pasen! ¡Pasen! Los platos están lavados y las hojas están con sal. Solo faltan ustedes para una buena combinación con las hojas y a colocarlos en los platos blancos. ¡Vamos, venga pronto!»
«Vamos, venga, venga, venga. ¿Ustedes no desean una ensalada? Entonces prepararemos un fuego y lo freímos. De cualquier manera, vengan pronto».
Los dos estaban tan aterrorizados por el miedo que sus rostros parecían los desperdicios de papel arrugado. Ellos se miraron el uno al otro y temblando lloraron en silencio.
Los de adentro seguían riéndose y gritando:
«Entren, pasen. Si siguen llorando de esa manera, la crema que se untaron con tanto trabajo se escurrirá con lágrimas. Sí, señores, sí. Servimos de inmediato. ¡Vamos, vengan pronto!»
«Vengan pronto. El gran maestro ya se colocó la servilleta y se está lamiéndose los labios con el cuchillo en la mano. Señores clientes, él los está esperando».
Los dos lloraban, lloraban y lloraban.
(15) “¡Guau, guau, grrr!”
En ese momento, desde atrás escucharon los ladridos de aquellos dos perros como osos polares. De repente atacaron la puerta y se metieron en la sala. Los dos globos oculares que estaban mirando a través de los ojos de la cerradura desaparecieron repentinamente. Los perros caminaron gruñendo por algún tiempo en medio de la sala. De repente ellos ladraron con un tono agudo, “¡Guau!” y saltaron alto hasta la próxima puerta. La puerta se abrió y los perros saltaron hacia adentro como si fueran tragados por esta.
Del otro lado de la puerta en la oscuridad solo se oía:
“¡Miau, guau, grrr!” y el sonido de algo crujiente.
(16) La sala desapareció como humo y los dos estaban de pie en el centro de la hierba, temblando de frío.
Mirando a su alrededor, vieron sus abrigos, sus sombreros, sus zapatos, sus billeteras, los alfileres de sus corbatas y otros objetos colgados de algunas ramas o al pie de los árboles. El viento empezó a soplar fuertemente, haciendo que los árboles rugieran. Los matorrales y las hojas de los árboles comenzaron a silbar.
Los perros, no se sabe de dónde, aparecieron gruñendo.
Detrás de ellos apareció una persona gritando:
«¡Señores, señores!»
De pronto ellos recobraron mucho ánimo y gritaron:
«¡Hola, estamos aquí! ¡Venga pronto!»
El cazador profesional con su sombrero de paja apareció entre los matorrales.
Por fin ellos se sintieron seguros.
Después ellos comieron bolitas dulces de arroz que les trajo el cazador. En el camino compraron 10 yenes de faisanes y regresaron a Tokio.
(17) Sin embargo, incluso después de regresar a Tokio o de lavarse con agua caliente, los rostros de papel arrugado de ellos no volvieron a ser como eran antes.
7 El restaurante con muchos pedidos
Antología de 7 Cuentos Infantiles Japoneses
(Libro Ilustrado Bilingüe Japonés-Español)
『日本の童話』 全7話 第7話 注文の多い料理店(スペイン語) 準拠
作 宮沢 賢治
絵 佐々木 ひろこ
翻訳 岩松寿・岩松 初雄
朗読 Martha SALGADO
制作 NPO法人 地球ことば村・世界言語博物館
2021.1.24